miércoles, 8 de febrero de 2017

Crónica de una muerte anunciada

De nuevo les vengo a hablar de una obra de Gabriel García Márquez. Se trata de una historia que comienza por el final, relatada a posteriori por un testigo. Forma parte de una de esas obras "malditas" de muchos adolescentes hartos de que las lecturas obligatorias les quiten las pocas ganas que pudieran tener de introducirse en el fantástico mundo de los libros. Lo que podría haber sido un maravilloso viaje entre páginas rodeado de retratos dirigidos por el timón de nuestra imaginación en simbiosis con la del autor puede convertirse en una pesadilla.
La primera vez que tuve este texto entre mis manos la sensación fue de este tipo. El principio funesto no me animaba  a seguir y la cantidad de personajes me hacía liarme aún más. No supe apreciar la obra hasta años después. El ritmo de la novela es pausado pero constante. La sensación que trasmite es de de impotencia total, pues el protagonista muere nada más comenzar y la culpabilidad no parece nada clara. Se ha hecho lo que tocaba hacer, sin pensar mucho en si era lo correcto o no; o en si él era el auténtico culpable. Hay una mala conciencia generalizada a lo largo de la obra en la que los estereotipos y las costumbres relativas a la honra de la familia y el deber del hombre son de vital importancia. Es como si se supiese que se está obrando mal, uno ejecuta una orden y en definitiva ese es su deber. Una metáfora perfecta de la cosificación del ser humano en a que deja de pensar y se convierte en una máquina.

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