domingo, 3 de noviembre de 2013

Dos veces

Has soñado con ello. Ya te ha pasado por la cabeza con los ojos abiertos. En el alfeizar de la ventana ya te has sentado. Has vacilado, pero esa línea nunca la has cruzado. Leyendo un libro en esa postura varias veces te has quedado. Y en más de una el equilibrio te ha fallado, el viento te ha querido ayudar pero tú no has aceptado. ¿No era esa tu decisión? No, me lo he pensado.
Como las cuentas de una pulsera en la mesa las has dejado. Las has puesto en fila. Has hecho un círculo con ellas pero no te las has tomado. Hubiese sido fácil. Ni te hubieses enterado. Pero te lo has pensado.
El desayuno se te ha enfriado, el almuerzo ni siquiera lo has preparado. Tus entrañas protestan a la hora de la merienda. Con agua ahogas sus gritos y con una de esas cuentas calmas el latir de tu consciencia. A la mañana siguiente abandonas tu contienda. sin necesidad de pensarlo.
No es vértigo ni aversión por los fármacos. No se trata de ser cobarde para tomar una decisión o valiente para enfrentarte a tu destino. Pues sin necesidad del mirarte al espejo sabes que has perdido. Tu objetivo se ha adelantado. Ante ti lo encuentras mirándote a los ojos. No hay necesidad de intercambiar palabra. El mensaje está claro, aunque nadie lo entienda.
"La vida es una mierda", dicen las malas lenguas; mientras, las pituitarias prodigiosas aseveran que simplemente "apesta".
Pero tú sabes que no es cuestión de observación ni de aromas: Galletas de sésamo, incienso de sándalo y té de canela. Esas rosadas mejillas y esos labios carnosos. Sin necesidad tener un cuerpo pestilente en avanzado estado de composición bajo esa frondosa cabellera con olor a azucena, sabes lo que tu aspecto desmiente.
Eres un mero recuerdo inerte que bajo ese latido disimula su muerte.