jueves, 20 de abril de 2017

Cucuruchos

Antes opinaba que pensar mucho equivalía a tener demasiado tiempo libre y que verbalizar nuestros pensamientos, en ocasiones, podía afectar gravemente a nuestra salud y a la de los que nos rodean. Otras veces, solo hace que los demás duden de nuestra cordura (incluso puede que nosotros lo hagamos).
No obstante, creo que la Semana Santa es un periodo de tiempo que invita a la reflexión. Mucho  recogimiento, procesiones, iglesias, cucuruchos andantes o por lo menos vacaciones.
Hace tres años, vi por primera vez en mi vida una procesión con sus pasos, su vino, su gente descalza y sus pipas en el suelo. Las pipas son fundamentales, si son de Facundo mejor que mejor. He de decir que me impresionó bastante, pues yo no conocía este tipo de celebración. De hecho, gracias a ese viaje a tierras del norte del territorio español descubrí ciertos aspectos de la mitología cristiana que me ayudaron a entender el protocolo de carrozas, tambores y gente sin zapatos con la que estaba cayendo. Porque esa es otra: Haga el tiempo que haga, llega Semana Santa y ¡llueve!