sábado, 12 de enero de 2013

Familia no hay más que una y al perro lo encontramos en la calle

El título ya de por sí llama la atención. Se trata de una obra de Gomaespuma. Si bien estos cómicos en acción me parecen de lo más aburrido, sus libros me hacen bastante gracia. Este en concreto juega con los arqueotipos de una familia normal y corriente.

La caracterización de cada personaje es el punto clave de esta lectura: El niño tímido, la niña salida, el pasota al que mejor le preguntamos las que ha aprobado y no por las que ha suspendido, pues las matemáticas también le han quedado y probablemente nos de una cifra errónea. También está el padre harto de todo y la suegra que no podía faltar (entre otros).
Aparte de los personajes están las situaciones cotidianas que estos protagonizan: las vacaciones de verano, la comunión del pequeño, el novio de la niña, etc.

Es un libro ligero, tanto en sentido literal como figurado. Pues no llega a las 200 páginas y tiene un vocabulario y unas construcciónes sintácticas que hasta un niño de ocho años puede leer. Otra cosa es que entienda todos los matices, pues la semántica está algo más trabajada y en ocasiones puede desvelar un juego de palabras con dobles intenciones.

Pero tanta facilidad tiene sus inconvenientes, pues el libro tiene más errores gramaticales de los que puedo tolerar. Puede que algunos sean intencionados, con el afán de reflejar lo cotidiano, como por ejemplo en los diálogos de los personajes. En mi opinión esto está justificado, ya que intenta recrear una situación concreta con un registro determinado. Lo intolerable es que aparezcan reiteradamente laismos, queismos y dequeismos en descripciones (pues esto hace que me sangren los ojos).

En mi opinión es un libro "de playa" de esos que eres capáz de leer y a la vez puedes esquivar los balonazos de esa plaga de niños que desborda las costas en verano. Uno que requiere poca atención y aún menos capacidad de concentración.

¿Qué opináis de este tipo de libros poco trascendentales y de temática trivial?

domingo, 6 de enero de 2013

Muerte sin resurrección

La Semana Santa está a la vuelta de la esquina. Con ella sus procesiones; sus cucuruchos andantes; la gente tirando pipas al suelo para que los que vayan descalzos no pasen tan a la ligera su penitencia; la maratón de, al menos, siete iglesias por la mañana para... algo (no recuerdo ahora mismo el qué); por supuesto, las confesiones, el viernes sin carne y en Canarias el cherne con papitas arrugadas.
Pero no estamos en el archipiélago. Tampoco vamos a ir a misa en toda la semana. Solo a confesarnos, que nunca viene mal ausustar a un cura para hacer su vida más emocionante y llevadera. Eso sí, como ya están curados de espanto,mejor nos inventamos algo, una historia de ciencia ficción. Pero y si nuestras confesiones estrafalarias no fuesen una invención. Nadie lo sabría, pues es secreto de confesión.
Nos ubicamos más al norte. En Galicia. Entre Vigo y Ourense (según San Google, dos ciudades bien diferentes).Como en cualquier otra zona geográfica las relaciones nacen, crecen, algunas se reproducen y casi todas mueren. Pero, aunque esto último suceda, siempre quedarán las fotos de las fiestas, el calor de los besos, el recuerdo de las caricias, el dolor de una paliza o el olor a vómito. También estará el egoismo, la lejanía, o un mero cambio que ha hecho que la relación se corte.
Dicen que donde hubo fuego cenizas quedan. Pero ¿se pueden barrer con facilidad? Dicen que uno perdona, pero no olvida. Nuestra protagonista, en cambio, es de las que opina que el único que perdona es el todopoderoso, pues ella no piensa hacerlo. Si sois de los que pensáis que la venganza es un plato que se sirve mejor frío empatizaréis con ella sin problema.
El resto de personajes son bastante arqueotípicos, de manera que seguro que todos osotros conocemos a alguien "así" y podremos ponerle cara. Si hacemos esto, puede que el corazón nos dé un vuelco de vez en cuando, pues el autor juega con los lazos afectivos y la vida cotidiana que cada personaje intenta hacer perfecta. Si les ponemos cara podremos vivir la historia con más intensidad, porque podremos imaginar qué pasaría si fuese ese personaje y la repercusión que podría tener su muerte en su entorno. Los ciberencantos, la felicidad del recién casado, el culto por el cuerpo, la lujuria sexual, la religiosidad e incluso el amor de una madre estarán presentes a lo largo de esta obra.
Este hecho nos hace sentir a través de los personajes y con esto  la novela adquiera un ápice de "psicomanipulación", por llamarlo de alguna manera. Pues hace que nos pongamos en el papel de estos, que vivamos en la piel de los que quedan y sufren al igual que en la de los que sufren y se van. Y aprenderemos que no debemos olvidar nunca una cara ensangrentada.
Roberto Martínez Guzmán nos invita a pasar una Semana Santa algo más movida, sin perder el cariz trágico que caracteriza a esos siete días. Se trata pues de un eje cronológico cerrado y extraordinariamente estructurado. Es lo que más me gustó del libro. Daba gusto ver cómo todo iba encajando en la historia. No hay cabos sueltos, todo encaja aunque al principio no sepamos por qué. Cierto es que de lo lógico que es todo antes de llegar al fin de semana puedes hacerte a la idea de cómo va a seguir, pero aún así el final no tiene por qué ser el que uno espera.
Se trata de una novela negra que me recuerda al caso del "asesino de la baraja". Juega con debates de la vida misma: ¿A qué estamos dispuestos a llegar por amor? ¿Es cierto que de amor al odio solo hay un paso? ¿Somos egoistas? ¿Es verdad eso que dicen de que "por la boca muere el pez"? ¿Cuál es nuestro talón de Aquiles? ¿Somos las mujeres frías y manipuladoras o solo es una de nuestras armas?
Podemos ver  cómo afrontan estas cuestiones los integrantes de esta novela, pero ¡tened cuidado! De leer la obra de noche pueden aparecer los personajes en vuestros sueños y acabaréis llorando. Eso sí, después os despertaréis y le diréis a quien os ha dejado el libro (o a quien se lo hayáis quitado) que cuando salga la peli quereis ir a verla (basado en hechos reales, palabra de Limón).
El lenguaje es sencillo, las estructuras sintácticas simples pero no paupérrimas, todo lo contrario. La sencillez hace que sea fácil de leer y que enganche con más facilidad. Además, para ser una primera edición el trabajo del corrector está bastante logrado.
La tipografía es cómoda y grande, ideal para regalar a alguien a quien no le guste mucho leer o tenga falta de vista, por ejemplo. Y a quien esté habituado a la lectura se le enfriará la taza de té de naranja y cuando se dé cuenta estará ya en la página 70 del libro y no podrá parar de leerlo. Irá a hacerse otra infusión y el libro habrá sido secuestrado por quien menos te lo esperes. Pondrás carteles y lo encontrarás con un marcapáginas que no era el tuyo y en las manos de una potencial spoiler que es sangre de tu sangre. Rescatas el libro antes de que te desvelen algo que no has leído y prometes a la secuestradora leertelo rápido para dejarle de nuevo a su rehén.
Eso sí, si queréis evitar spoilers, leed el libro rápido, escondedlo si no tenéis tiempo de hacerlo y no leáis el prólogo hasta el final. Yo leí la mitad antes de empezar el libro y me "enfadó" un poco, porque, en mi opinión, desvelaba demasiado. Ahora bien, al intentar hacer la reseña me he dado cuenta que es casi imposible hablar del libro sin desvelar nada de él y he entendido a la blogger. Pero no me malinterpretéis, yo no hubiese podido escribir un prólogo mejor, solo aconsejo leerlo al final.
Se trata de un título nuevo, que acaba de salir en papel hace menos de un mes. Apareció primero en formato digital y fue uno de los más leídos durante semanas, cosa que no me extraña. Incluso fue el más leído en gallego (está en las dos lenguas, por si os interesa). El boom que ha tenido me recuerda al de Paco León con Carmina o Revienta cuando sacó su película en todos los formatoa a la vez, con la diferencia de que Martínez Guzmán no es (aún) tan conocido.

 ¿Vosotros lo habéis leído?