sábado, 17 de noviembre de 2012

Con el uniforme hasta las tantas

Son las 17:00, sales del trabajo (el que tenga, claro) y te encuentras con el atascazo. Antes o después llegas a casa, te quitas el uniforme y observas cómo va acabando el día. Puedes salir de nuevo a aprovechar lo que queda de tarde o tumbarte y relajarte. Para ti el día ha acabado. Una taza de té y unas galletas de mantequilla (o unas cañas con tapita) te hacen olvidar los incidentes del día. Ahora todo tiene hasta su gracia. "Carpe diem, mañana será otro día", piensas.
Pero cuando el Sol se acuesta la Luna se levanta. Mientras tu día acaba comienza la jornada...
-del camarero que te sirve.
-del segurata con cara de pocos amigos que estaba a la entrada de aquella discoteca .
-del barrendero que tan limpia deja la calle (lo sé, hay gente que piensa que las calles se limpian solas, pero no. Es el barrendero. Lo he visto con mis propios ojos. Palabra de limón).
-de los voluntarios de la Cruz Roja (¿Quién si no recogería a las señoras que se parten la cadera cuando se bajan de la cama?).
También comienza el día para muchas enfermeras, pues tienen que atender a las señoras de huesos porosos que llegan en esas ambulancias. Ahí están. Al pie del cañón. ¿Las has visto? En mi opinión, no todo el mundo aprecia la labor de estas profesionales. No hablo de los que pasan inconscientes frente a ellas o de los que están en coma y no dan las gracias cuando ellas comprueban que la vía está bien puesta. Hablo de quien las ve sin mirarlas. Para ellos pasan desapercibidas. Los pacientes preguntan por el médico, los familiares por los pacientes, los médicos por los familiares, pero ¿Y las enfermeras? Parece que incluso el estado las infravalore por el simple hecho de ir a trabajar en pijama.
Desde donde yo vivo oigo las ambulancias y las escucho a ellas mientras se manifiestan por sus derechos. Había días que me unía al volver de la piscina. Pues, aunque no salve vidas ni sepa cosas útiles sobre drogas con receta, me identifico bastante con ellas. Compartimos ideas, uniforme y transparencia.
Mis vecinos cuando me ven uniformada piensan que soy una vaga que pertenece a la generación Ni-Ni. Cuando abren un libro, ven una película o comen en un griego no piensan en alguien como yo. En ocasiones, cuando tú te has despertado, querido vecino, alguien como yo todavía no se ha acostado. Ha estado trabajando en un texto para que esté bien redactado, sin errores ortográficos, sintácticos, semánticos, pragmáticos, de registro o de estilo. Algo que puede que te alegre el día o que te entristezca. Pero que sin ese alguien no podrías siquiera experimentar esos sentimientos, porque no entenderías el significado oculto que se encuentra tras esos caracteres inconexos esparcidos como manchas negras sobre un fondo blanco, también llamados letras.
En navidad me suelen regalar uniformes. Los agradezco, porque me encanta mi profesión (en especial cuando tengo trabajo). Me gusta tomarme un té entre palabras y palabras. Darles sentido, intentar trasmitir lo que comprendo pero otros no alcanzan a entender. Me gusta saber que lo que hago facilita la comunicación.
Me gusta quedarme en segundo plano y verte entender. Esa imagen para mi es casi tan reconfortante como una sonrisa de alguien que se está curando.
Puede que solo sea una doña nadie que se alegra porque no cierren la Unidad de Cirugía Cardiaca Infantil .
Puede que solo te haya revelado el mensaje encriptado del prospecto de Corifina.
Pero existo, pese a ir en pijama a trabajar.

6 comentarios:

  1. Yo he trabajado esta noche en pijama ...
    Me acabo de levantar y estoy desayunando ...cuando de repente descubro esta entrada ...
    Me has hecho sonreír y emocionarme

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me alegra que la hayas leído, porque me acordé de ti cuando la escribí :)
      Vivan los pijamas y las enfermeras que van dentro ;)

      Eliminar
  2. De veras vas en pijama a trabajar? Soy una lerda y no consigo imaginarte...

    ...pero cómo me gusta leerte limoncito. Me alegro tanto de que vuelvas, ya pensé que te habían exprimido por ahí. Qué envidia de jugos, de huesecillos y piel amarilla.

    A qué escuela de limones debo asistir para expresarme con tu soltura? Yo quiero dejar ese regustillo ácido tuyo, ójala...

    :)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues imagínate que el lunes salí a la calle con la parte de arriba del pijama puesta.
      Imagínatelo: Un precioso pullover naranja, con una luna, una estrella y un bolsillo con forma de corazón de Ágatha Ruíz de La Prada. Me di cuenta dos horas después de salir de casa. Pero normalmente no salgo de casa con el uniforme puesto ;)
      !Qué palabras más bonitas! Voy a derramar ácido cítrico por mis ojos de limón mientras mis labios esbozan una tímida sonrisa.
      No necesitas ir a ninguna escuela. Una artistaza como tú deja un regusto dulzón, sabor piruleta diría yo, mucho más agradable que el de los limones ;)
      Poco ha faltado para que me destripasen...pero he sabido esquivar las motos que invadían la dirección contraria y las aceras. Pero me queda mucho ácido cítrico que compartir, aunque no me dejen donarlo...
      Tengo ganas de tener tiempo de leerte con toda la calma que te mereces y de comentar cada detalle, pero de momento estoy muy dispersa.
      Gracias por leer no solo la última entrada :)

      Eliminar
  3. Yo soy bastante literal... ya lo habras visto en mi blog y por mi forma de escribir. Así que me cuesta leer entre lineas.
    Entiendo que trabajas en casa? eres traductora?
    Muy bonito que pienses en las enfermeras porque hay algunas que no esta pagado lo bien que trabajan y lo super agradables que son.
    Es un trabajo dura que realmente tienes razón al decir que la gente no se llega a dar cuenta de lo importantes que son.

    Besos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sí, soy traductora, pero mi vecino no lo sabe. Puedo leer en sus ojos la de ideas absurdas que se le pasan por la mente cuando me ve. Siempre intenta sonsacarme a qué me dedico, pero sus intentos fallidos alimentan su imaginación. Pero he de decirte que me divierte.
      Y creo que muchas veces ocurre lo mismo con las enfermeras. Que por el simple hecho de ir en pijama todo el día, dejen de apreciarlas como se merecen.
      Besos

      Eliminar