jueves, 8 de diciembre de 2016

Querida Rosa:

¿Cómo te va todo? Espero que bien. Me enteré que tus libros se agotaron para la firma que tuviste el otro día en México. Una pena. Bueno, una pena para los que se quedaron sin poder adquirir el ejemplar. Enhorabuena para ti. Me alegro mucho. (Siempre depende del punto de vista. Del contexto, diríamos los traductores). Yo también tengo ganas de leer tu última obra (hasta el momento). Tiene muy buena pinta.
¿Sabes? Al principio me caías mal. Lo que oyes. Increíble, pero cierto. Resulta que la primera vez que oí hablar de ti, tu nombre salía de la boca de una profesora de lengua mía. De sus lecciones solo recuerdo la siguiente perla: "Una no es una señorita hasta que no tiene una talla 38". Se pasaba el día nombrando a una prima suya muy querida, una tal PAU. Ella decía que tú salías con esa tal Paula. Bueno, decía que salías EN ella, pero a mi eso me pareció un error preposicional que no quise corregirle. Habríamos tenido que empezar por la definición de "señorita" y no me apetecía discutir. Quedaba poco para que acabase esa clase y mi explicación habría quedado inacabada a la par que inapropiada para una señorita que no era y nunca he llegado a ser. ¿Tú has sido señorita alguna vez?
Solía repetir una y otra vez que escribías en El País, pero nunca se dignó a darnos más pistas. Nos traía artículos tuyos. Decía que eras feminista y buena escritora. No sé si le contrariaba esa combinación de atributos, si pensaba que el feminismo era malo, ni lo que ella entendía por esa palabra.
El caso es que, hace dos años, empecé a leer "La hija del Caníbal", sin haberme fijado en que eras tú la autora. Me llevé el libro de viaje y para cuando me quise dar cuenta, no sin antes echar de menos una recetica de corazón humano al horno, me había enganchado de tal manera que no podía dejar de leer.
Me sacaste de un bloqueo lector monumental. Eso sí, la resaca lectora una vez acabado el libro me duró bastante. Demasiado, diría yo. Todos los libros me parecían Paracetamol, no encontraba el Hibuprofeno que buscaba para calmar mi ansia por encontrar algo igual de bueno.
Pero hoy no te escribo para hacerte la pelota, ni para echarte cosas en cara. Lo de esa tal Pau te lo he perdonado hace mil. Te quería contar que creo firmemente en esa teoría en la que un personaje de libro no puede vivir a la par con su inspiración en la vida real. Lo digo por lo que contaste de Bicho en "La loca de la casa". Mientras leía "Bella y oscura", le puse Airelai a una de las gatas de la camada de Io y Purpurina. Para empezar, la gata no creció. Y después de haber descubierto que "no era una señorita", murió.
Al menos creo que tuvo una buena vida de gata gato.
No tengo nada más que contarte por ahora.
Que pases buena semana y que tengas muchos momentos de inspiración. O que, al menos, tu bolígrafo no juegue al escondite cuando los tengas.
Un abrazo,
Lemon

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